¿Qué es el sueño?
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¿Qué es el sueño? El sueño ha interesado al ser humano desde la antigüedad. Es un fenómeno que se produce en todos los animales y seres humanos, independientemente de la raza o la cultura

 Se podría pensar que todos sabemos a lo que nos referimos cuando hablamos de sueño: cada uno de nosotros dormimos, conocemos cuando tenemos la necesidad de hacerlo y podemos identificar fácilmente cuando otra persona lo hace; sin embargo, esto no significa que la definición de esta parte tan misteriosa de nuestra vida sea sencilla.

El sueño es más importante de lo que realmente nos pensamos, de hecho podríamos pasar más tiempo sin comer que sin dormir y se sabe que una pérdida total de sueño conduciría a la muerte. Por lo tanto, es fundamental para la supervivencia. Además de esto, tenemos que tener en cuenta el tiempo que dedicamos a dormir: aproximadamente un tercio de nuestra vida. Esto quiere decir que si vivimos 85 años, alrededor de 28 estaremos dormidos. No tendría sentido invertir tanto tiempo en hacer algo que no fuera realmente importante y necesario.

Tan importante es dormir el número de horas necesarias como que el sueño sea de buena calidad. Cuando una noche dormimos poco tiempo o pasamos una noche intranquila en la que tenemos múltiples despertares, sentimos malestar durante el día siguiente. Pero eso no es todo, si esta situación se mantiene durante un tiempo, nuestra salud física y psicológica se verá afectada, causando problemas de salud.

Por todo ello, el estudio del sueño ha despertado un gran interés en los investigadores de todo el mundo. A lo largo del tiempo se ha estudiado bastante sobre los diferentes aspectos del sueño, pero sin embargo, es un fenómeno tan complejo que aún no se ha llegado a una explicación definitiva.

La definición del sueño ha ido cambiando a lo largo del tiempo. Durante muchos años se pensó que mientras estábamos despiertos el cerebro y el cuerpo estaban funcionando, pero al dormir, esta actividad desaparecía, de manera que el cerebro y el cuerpo dejaban de funcionar durante el sueño para recuperarse de la actividad del día anterior.

Sin embargo, posteriormente se descubrió que mientras dormimos nuestro cerebro sigue funcionando y, es más, en algunos periodos durante la noche está igual o más activo que cuando estamos despiertos. Esto se pudo observar gracias al descubrimiento de que la actividad del cerebro se puede registrar con la colocación de electrodos en el cuero cabelludo. Este descubrimiento provocó una gran revolución en el estudio del sueño y a partir de este momento se pudo observar que mientras dormimos nuestro cerebro sigue trabajando.

Para que podamos entender cómo es posible registrar la actividad del cerebro, lo compararemos con el electrocardiograma que probablemente todos conozcamos, y mediante el cual podemos observar la actividad del corazón a través de sensores localizados en la piel. Al igual que con el electrocardiograma se registran ondas que nos indican cual es la actividad de nuestro corazón, la actividad de nuestro cerebro también se observa en forma de ondas. Además de la actividad del cerebro, mientras dormimos los ojos se mueven, hay variaciones en la tasa cardiaca, el ritmo de la respiración, la presión sanguínea y la actividad de los músculos. Todos estos cambios son diferentes dependiendo del momento de la noche en la que nos encontramos y han permitido distinguir las diferentes fases del sueño. Otra característica del sueño es que cuando estamos dormidos nuestra capacidad para responder ante estímulos del ambiente es diferente dependiendo de la fase del sueño en la que nos encontremos.

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Todos estos cambios que se van produciendo en nuestro interior mientras dormimos nos permiten distinguir dos estados bien diferenciados. El sueño tranquilo, que hace referencia a las cuatro primeras fases, y sueño paradójico.  

Cuando nos dormimos por primera vez en la noche entramos en la fase del sueño tranquilo, en la que el cerebro está relajado y vamos pasando por las diferentes fases a lo largo de la noche. Existen cinco fases de sueño.

  • Fase 1 o “adormecimiento”: Aparece a los 10-15 minutos después de cerrar los ojos con la intención de dormir y es el paso de estar despierto a dormirse. Es una fase inestable, ya que es fácil despertarse porque somos capaces de percibir gran parte de los estímulos externos (ruidos, luces…).
  • Fase 2 o “sueño ligero”: La actividad cerebral es cada vez más lenta, así como la respiración y el ritmo cardiaco. Uno todavía puede ser despertado fácilmente.
  • Fase 3 o “sueño profundo”: La tensión arterial baja, la respiración y el ritmo cardiaco se enlentecen aún más. En esta fase, el sueño comienza a ser más profundo, por lo que es más difícil despertarse.
  • Fase 4 o “sueño muy profundo”: Durante esta fase la respiración y el ritmo cardiaco están más enlentecidos que en ninguna otra fase y la tensión arterial baja al mínimo durante la noche. Si alguien le despierta en esta fase, se sentirá confuso.
  • Fase 5 o “sueño paradójico”: Se conoce como sueño paradójico porque a pesar de que el cuerpo está dormido, el cerebro se encuentra tan activo como cuando estamos despiertos. Durante esta fase es cuando resulta más difícil despertar a la persona. Los ojos se mueven rápidamente de arriba abajo y de izquierda a derecha y los músculos están relajados totalmente, ya que si no fuera así representaríamos lo que estamos soñando. La respiración y el ritmo cardiaco suben y bajan rápidamente y están acelerados.

Una noche normal no consiste en dormirse, profundizar en el sueño, mantenerse ahí y despertarse. A medida que pasa la noche y se va avanzando a lo largo de estas fases, el sueño se va haciendo cada vez más más profundo hasta llegar al sueño paradójico y se vuelve a empezar y a pasar por las diferentes fases. Cada vez que pasamos por los dos estados definidos anteriormente (sueño tranquilo y sueño paradójico) de forma consecutiva completamos un ciclo de sueño. Todo un ciclo suele durar entre una hora y media y dos horas aproximadamente y durante una noche normal, por tanto, pasamos por entre cuatro y seis ciclos.

Los autores de este artículo son:

Gualberto Buela Casal. Catedrático de Psicología Clínica y director del Laboratorio de sueño del Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento (CIMCYC).

Eva Hita Yáñez. Doctora en el programa de Neurociencias y responsable del Laboratorio de sueño del Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento (CIMCYC).

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