Beneficios de la siesta

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Ya se decía en El Quijote (capítulo XV): "vinieron a parar a un prado lleno de fresca hierba, junto al que corría un arroyo apacible y fresco, tanto que convidó y forzó a pasar allí las horas de la siesta, que rigurosamente comenzaba ya a entrar". Y es que este reparador hábito, atribuido históricamente a los españoles, está unido a las horas posteriores al almuerzo. Tras un día de arduo trabajo y una comida copiosa, quién no se echaría una siesta.

¿Cómo poner en práctica la siesta de la mejor manera?

En las tardes, cuando el sofá parece invitar al reposo y los días se extienden hacia el infinito, parece impensable saltarse ese momento tan común, tan nuestro, que es la siesta. Pero el “yoga ibérico“, como lo calificó Camilo José Cela, está de moda. Desde hace algunos años gana adeptos y es bien acogido en círculos médicos de distintos países. Recientes investigaciones demuestran que este hábito se impone cada vez con mayor fuerza sobre todo en el norte de Europa, Estados Unidos y Japón.

Sin embargo, la práctica quijotesca en los últimos años deja de ser un momento plácido para relajarse, según se entiende en la cultura mediterránea, la siesta se convierte en un espacio de tiempo con el que acortar los largos días del verano o reponerse tras una noche de insomnio, para pasar a describir un concepto más amplio que abarca el ámbito laboral y, por ende, legal.

Dormir la siesta en la cantidad, calidad, armonía y forma adecuada ayuda a aumentar la productividad en el trabajo, reduce el absentismo y los accidentes derivados de la escasez de horas que una persona dedica al día a descansar. Ésta es la conclusión de numerosos especialistas del mundo que entienden que la siesta no es una costumbre, es una necesidad fisiológica.

Según un estudio sobre los problemas del sueño en Europa, el 22 por ciento de los alemanes reconocen dormir la siesta al menos tres veces a la semana. A cierta distancia les siguen los italianos, con un 16 por ciento, y los británicos, con el 15 por ciento. Lejos de lo que dictan los tópicos, sólo el 9 y 8 por ciento de los portugueses y españoles, respectivamente, se declaran incondicionales de la siesta.

Si la siesta es costumbre o tiene realmente alguna utilidad evaluable está llevando a diversos teóricos en la materia del descanso y el sueño en general a evaluar los posibles beneficios o perjuicios de la misma.

Los beneficios de la siesta en el mundo

Desde hace algunos años, la siesta, gana adeptos y es bien acogido en círculos médicos. Dormir la siesta ayuda a protegernos contra el estrés y las enfermedades cardiovasculares, estimula la creatividad, relaja las tensiones laborales y aumenta el rendimiento de los trabajadores. Esta es la idea que sostiene, por ejemplo, el doctor James Maas, de la Universidad de Cornell en Estados Unidos.

Especializado en asesorar a las empresas para que tomen el descanso del mediodía como habitual, en su libro “Power sleep” describe un programa revolucionario que prepara la mente para funcionar al máximo. Para ello es necesario que el individuo se encuentre bien descansado y así poder estar alerta en todo momento.

Para el doctor Maas “el hombre es un animal bifásico y en el ecuador de la jornada sufre una caída en los niveles de atención y de las constantes vitales. La única manera de combatirla es con un sueño, preferiblemente breve y ligero, pero suficiente para paliar nuestro déficit de horas de descanso“. Dichas investigaciones sustentan que la siesta favorece el rendimiento intelectual, la capacidad psicomotriz y disminuye la sensación subjetiva de somnolencia.

Varias investigaciones avalan su propuesta. Una de las más recientes pertenece a los científicos de Harvard que analizaron las destrezas de memoria y aprendizaje de dos grupos de voluntarios, uno de los cuales durmió siesta. Concluyeron que su desempeño era significativamente mejor y que una siesta podría ser tan beneficiosa como el sueño nocturno, que ayudaría a prevenir el bruxismo (apretar los dientes durante el sueño), la narcolepsia (excesiva somnolencia diurna), a incrementar las habilidades y elevar la capacidad de concentración.

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La siesta: costumbre o derecho

La siesta, entendida como un momento tácito para relajarse, es una costumbre antigua que designaba la expresión “hora sexta”, usada por los romanos para identificar el lapso de tiempo entre las 14 y 16 horas. En algunos países se ha llevado al terreno legal con la idea de formalizar si es un derecho de los trabajadores.

El año pasado, según publicó la BBC, en Chile se legisló a favor de establecer unos 20 minutos al día de siesta en el trabajo. En China llevan años imponiendo este “tratamiento” en las empresas, donde el Xiu-xi está protegido por la Constitución.

Los japoneses reconocen la siesta como prerrogativa laboral que favorece la productividad. Las principales empresas de este país han instalado en sus edificios salas de reposo con tumbonas para que sus empleados las utilicen después de comer. Algunas multinacionales de la informática han acondicionado las sedes de sus filiales en Europa para que sus trabajadores puedan reponerse con un sueño tras el almuerzo.

El objetivo, se entiende al igual que en otros países, es crear hábitos de vida más saludables. Y en su búsqueda entienden que deben evolucionar hacia una dieta más equilibrada, realizar ejercicio físico, consumir menos tabaco y, también, dormir siesta.

Consejos para una siesta óptima

Para disfrutar de una buena siesta es muy importante tomarla después de comer con la familia o con amigos, teniendo en cuenta que: La verdadera y tradicional siesta tiene lugar en la cama y con el pijama puesto. Pero también puede echarse en un confortable sofá, si no hay una cama disponible.

El tiempo estimado es de entre 15 y 30 minutos, sin superar nunca una hora. Para ello, es primordial establecer unos horarios de siesta y llevar a cabo la obediencia a una rutina. Pues durante este periodo de tiempo la tensión arterial y la temperatura corporal disminuyen, lo que induce a un reposo aún más profundo. Cuando la siesta excede el tiempo indicado son comunes los ataques de mal humor propios de la misma inercia del sueño, ya que tardaremos más en despertarnos y poner los pies otra vez en el suelo.

Es esencial lograr un buen ambiente de descanso. Arreglar el dormitorio, manteniéndolo limpio, oscuro y fresco. Además de comprar un buen colchón y una almohada que permita mantener la cabeza, el cuello y la columna vertebral alineados. La siesta protege contra el estrés y las enfermedades del corazón… Hay que evitar posibles elementos perturbadores. Los móviles deben apagarse. Sin embargo, hay otros ruidos, como los de la televisión o la radio, que ayudan a algunas personas a conciliar el sueño. En este caso, se mantendrán encendidos.

La mejor forma de despertarse es con la voz dulce de una persona o con un despertador. Al levantarse se recomienda tomar un vaso de agua o un pedazo de chocolate para reanudar la actividad habitual.

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