Ya sea por un exceso de trabajo u obligaciones, porque el prime time español se da a una hora muy tardía o por el cada vez mayor consumo de internet fuera del trabajo, la realidad es que son muchas las personas que ignoran la fatiga, desorientación e irritabilidad en las mañanas, consecuencia de la pérdida de sueño.
El sueño perdido no se recupera
Una de las principales creencias es que al dormir el fin de semana más horas de las debidas se recuperará el sueño perdido durante la semana. En realidad algunas de las consecuencias negativas del dormir poco se pueden recuperar al dormir algunas horas extras, sin embargo, no todos los problemas asociados se solucionan con solo unas horas. Por ejemplo, tras varios días con horas de sueño por debajo de lo necesario el estado de ánimo se puede ver alterado, generando un sentimiento de malestar y tristeza que puede permanecer pese a dormir un día tres o cuatro horas más de lo habitual. De hecho, el dormir demasiadas horas también puede tener consecuencias negativas, como por ejemplo generar dificultades a la hora de poder conciliar el sueño la siguiente noche. Con todo ello la desregulación de las horas de sueño seguirá manteniéndose y magnificando los efectos nocivos de la falta de sueño sobre el organismo, particularmente con problemas cardiovasculares que pueden empeorar en aquellas personas con peor descanso.
La pérdida de sueño a corto, medio y largo plazo
Entre las consecuencias que el dormir poco produce, destaca el cansancio y una excesiva somnolencia durante el día o la necesidad de alargar las siestas. También puede ser habitual la fatiga o el dolor muscular. En aquellos casos que la pérdida de sueño se produce durante la mayoría de los días en un periodo prolongado de tiempo se ha encontrado mayor probabilidad de sufrir obesidad, diabetes, hipertensión, consumo de alcohol, etc. Algunas investigaciones encuentran cierta relación entre los problemas de sueño de tipo crónico o mantenidos durante años con muertes prematuras producidas principalmente por problemas cardiacos asociados. Es decir, aquellas personas que voluntariamente reducen sus horas de sueño por debajo de lo que necesitan viven menos tiempo.
Además de las consecuencias físicas de la pérdida de sueño, existen también diversas consecuencias mentales y emocionales como desconcentración, dificultades para recordar cosas, enlentecimiento mental, trastornos de ansiedad o irritabilidad. Todo ello va a agravar los problemas físicos ocasionados.
Las graves consecuencias que la pérdida de sueño tiene en nuestra vida diaria van a ser más graves en aquellos casos que las horas que se duerme (más allá de ser menos de las que el cuerpo necesita para su recuperación física y mental) no sean reparadoras y de calidad. Así pues, el dormir en un ambiente sin luz artificial, aislado de ruidos y con un colchón adecuado va a facilitar que el sueño sea reparador.
Alejandro Guillén Riquelme, es Doctor en Psicología por la Universidad de Granada. En la actualidad es investigador en el Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento (CIMCYC) de la Universidad de Granada. En este centro es responsable del Laboratorio del Sueño y Promoción de la Salud. Durante su formación ha realizado el Máster de Diseños de Investigación y Aplicaciones en Psicología y Salud, así como varios cursos sobre metodología, estadística e investigación. A lo largo de su carrera destaca el estudio de la evaluación de la ansiedad, siendo coautor de la adaptación española del STAI, el séptimo cuestionario más empleado en España. Ha participado en cinco proyectos de investigación y ha publicado 30 artículos (27 de los cuales en revistas indexadas en el Journal Citation Reports).
Gualberto Buela Casal. Catedrático de Psicología Clínica y director del Laboratorio de sueño del Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento (CIMCYC).