Sin embargo, existen señales que evidencian que ha llegado la hora de cambiar de colchón, y es que tu colchón, también tiene fecha de caducidad.
¿Está relacionado el deterioro con la calidad del colchón? Rotundamente no, el desgaste de tu colchón no debe sorprenderte: se considera un deterioro por uso, ya que dormimos unas 2900 horas al año (o lo que es lo mismo ¡pasamos 121 días durmiendo aproximadamente!).

¿Cuándo toca cambiar de colchón?

Para tener una aproximación de cuando ha llegado el momento del cambio de colchón, debes prestar atención a una serie de señales, que indican su deterioro:
El colchón está más duro o más blando que antes: el colchón no está bien, lo que necesitas es un colchón que proporcione firmeza media y un material que se adapte a los contornos. Acuérdate de que cuando lo compraste, el colchón se adaptaba a ti, y ahora eres tú quien da vueltas en la cama sin adaptarte a él.
Dolor en la parte baja de la espalda: es un dolor que se manifiesta cuando llevamos varias horas acostados. Esto está íntimamente relacionado con lo que hablábamos anteriormente. El colchón debe adaptarse a nosotros, el deterioro del material hace aparecer este tipo de molestias, por lo que de nuevo hacemos hincapié en la importancia de elegir un colchón que proporcione una firmeza media.
Deformaciones en el colchón: estos defectos se aprecian a simple vista. Bultos o hundimientos en la superficie. Son varios los motivos que hacen que un colchón este deformado, el más frecuente, el colchón tiene más de diez años o le hemos dado un mal uso (básicamente, no hemos seguido las recomendaciones del fabricante). El colchón tiene una vida útil, la cual está totalmente desaconsejado alargar.
Elegir el mejor colchón para un niño
Un motivo de preocupación constante para los padres, es la calidad del sueño de los más pequeños de la casa, y a sabiendas de que la compra de un colchón adecuado es determinante para dormir bien.
Por eso, no debemos escatimar en la elección colchón para un niño, y al igual que para un adulto, el colchón debe ser firme y a la vez proporcionar confort y adaptabilidad. Otros elementos del equipo de descanso son también decisivos para favorecer el descanso, por ejemplo, la almohada no debe ser demasiado alta, para no forzar su pequeña curva cervical. Por su parte, la base, debe permitir que el colchón repose en una superficie uniforme.
¿Y si el “peque” ya no es tan “peque”? El niño ha crecido y quizás en un primer momento optaste por comprar una cama de una medida “no convencional” (normalmente de 70 cm. De ancho y 165 cm. de largo). En este caso, recuerda que para que el durmiente esté cómodo, es recomendable que el largo del colchón sea en torno a 10 centímetros más de lo que mide el durmiente.

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Estamos durmiendo de media unas 7 horas diarias, lo que significa que una tercera parte de nuestra vida la pasamos en la cama. Sabiendo lo anterior, nuestro colchón soporta un desgaste considerable conforme pasa el tiempo. Por eso, si te has sentido identificado con alguna de las situaciones descritas, ha llegado el momento de renovar tu colchón y, permítenos una última recomendación: ponte en manos expertas para cuidar tu descanso.