Es vivido como una experiencia personal de importancia capital y supone cambio en nuestra identidad, ya que se adquieren responsabilidades con respecto a otra persona nunca antes experimentadas. Además la tranquila vida de la familia se ve tremendamente alterada por la irrupción de un nuevo miembro que viene “sin instrucciones de uso”.  De los efectos colaterales de la nueva situación, el peor que viven los padres es la falta de descanso, y es difícil para ellos conseguir una noche completa de sueño reparador.

Los estudios al respecto son contundentes, los nuevos papás pierden  un mes y medio de sueño en el primer año de vida del bebé, y los motivos no solo se refieren al ritmo de sueño cambiado que con el que nace o los continuos despertares del niño, sino que también, obedece a razones derivadas de la nueva situación: quedarse despiertos para quehaceres domésticos incompatibles con la crianza o levantarse por preocupaciones acerca del cuidado del niño.

Pero realmente en estos momentos tan importantes el descanso se torna fundamental, porque nos ayuda a estar despejados, con energía y a afrontar con cinco sentidos la importante tarea con la que nos encontramos, por eso queremos aportar unos consejos para facilitar a los padres novatos la tarea de dormir:

• Priorizar el descanso frente a cualquier otra actividad que se nos presente. No utilizar el poco tiempo libre que tenemos  para dormir pequeñas siestas.
• Dividir las tareas para con el bebé. Es interesante la idea de establecer turnos nocturnos, que permitan que alguno de los miembros de la pareja descanse.
• Aunque sólo sea al principio, establecer una rutina compatible con los períodos de sueño del niño.
• Aprovechar cualquier oportunidad de descanso que se presente.