Es poco común, ya que lo padecen entre una y dos de cada millón de personas. Suele aparecer entre los quince y los veinte años y es más frecuente en hombres que en mujeres. Aun no se conoce la causa exacta de este síndrome, pero la mayoría de las veces el inicio se asocia con un evento específico, como un episodio gripal o algún tipo de infección en las vías respiratorias.
Las personas que padecen el síndrome de Kleine-Levine tienen periodos de tiempo en los que están bien y otros en los que sufren los síntomas que detallaremos a continuación. Durante los periodos en los que aparecen los síntomas, el paciente principalmente siente un sueño y una necesidad excesiva de dormir, que aparecen de forma repentina y cada vez se hace más intensa; concretamente durante estos periodos son capaces de dormir más de 18 horas al día. Después de tanto tiempo durmiendo, estos pacientes se despiertan con un hambre excesiva, por lo que también comen grandes cantidades de comida, aunque este síntoma no aparece siempre. Esto provoca frecuentemente un aumento de peso durante este tiempo.
Generalmente, el paciente siente una cierta confusión al despertar y puede presentar otro tipo de alteraciones durante los periodos en los que está despierto. El paciente está normalmente alterado, nervioso y con poco interés por cualquier actividad; también puede mostrar confusión, dificultad para concentrarse y/o expresarse, oír o ver cosas que realmente no existen, y/o sentir que está viviendo una situación irreal. Algunos pacientes muestran un comportamiento sexual alterado, incluyendo la masturbación excesiva en público. Cuando el episodio de síntomas desaparece, la persona puede pasar por un periodo breve de insomnio, y con algunos trastornos psicológicos como la depresión.
Lo síntomas pueden aparecer y desaparecer de forma rápida o gradual, siendo diferente en cada caso. Los episodios en los que los síntomas están presentes aparecen entre una y diez veces al año y suele durar desde pocos días hasta varias semanas. Normalmente disminuyen en número e intensidad con el paso del tiempo, hasta que normalmente llegan a desaparecer. No existe un período de tiempo específico entre un episodio y el siguiente, pues pueden pasar semanas o meses antes de que los síntomas vuelvan a aparecer, pero estos pueden reaparecer en cualquier momento sin ningún tipo de señal previa.
En los periodos en los que los síntomas no están presentes, el comportamiento de la persona es normal, y esto hace más difícil su diagnóstico. Además, los episodios aparecen de forma irregular en el tiempo, y pueden confundirse con otros trastornos del sueño con síntomas similares como la narcolepsia o la hipersomnia.
El tratamiento de este síndrome puede ir en dos direcciones: en primer lugar para disminuir los síntomas cuando aparece un episodio, que normalmente se trata con medicación, y en segundo lugar para prevenirlos. En este último caso se recomienda evitar la ingesta de alcohol o situaciones que nos provoquen nerviosismo, ya que pueden desencadenar los síntomas. Además se recomienda no conducir ningún tipo de vehículo a motor, así como no realizar actividades que puedan alterar el sueño, como por ejemplo trabajar en turno nocturno o acudir a actividades sociales que retrasen la hora de acostarse.
Este síndrome es muy devastador debido a la edad en la que aparece. Durante los episodios el paciente está aislado de la sociedad, ya que el número de horas que pasa durmiendo y los síntomas que presenta cuando está despierto le impide salir a la calle y hacer una vida normal. Esto hace que sea difícil mantener un ritmo normal de estudios y relaciones sociales. Por lo tanto, aunque a veces pensemos que dormir un gran número de horas puede ser ideal, para algunas personas esto se convierte en una pesadilla.
Gualberto Buela Casal. Catedrático de Psicología Clínica y director del Laboratorio de sueño del Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento (CIMCYC).
Eva Hita Yáñez. Doctora en el programa de Neurociencias y responsable del Laboratorio de sueño del Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento (CIMCYC)